jueves, 14 de mayo de 2015

MI INFANCIA CON LA NIÑA ANITA

Mi infancia en Pueblo Libre fue muy hermosa. Vivía en uno de los callejones de varios caños que estaban en la cuarta cuadra de la Av. Sucre, frente a la entonces Farmacia "Tizón". Solía jugar cerca a las tapias de unos platanales (Hoy Supermercados Metro) por donde corría un riachuelo y muchas ratas en los alrededores. El callejón donde vivía tenía cuatro caños públicos en la parte delantera, dos duchas y unos tres baños, no me acuerdo muy bien.
 
Mi familia vivía en el interior "7" y el "Siete Conchas" en el "10". "Siete Conchas" era un agente municipal que solía cobrar a los comerciantes para no ver algunas irregularidades en la conducción de sus negocios, según comentaban mis padres. También estaba doña Rosita, una anciana que todos los días escuchaba sus radionovelas por Radio La Crónica y Radio Programas del Perú (Ahora  la emisora noticiosa RPP). Así escuché "El derecho de nacer", "La rebelión de la juventud" y "El antifaz de carne", entre otras radionovelas que aún recuerdo.
Frecuentemente pasaba el tranvía y me gustaba mirarlo hasta que se perdía por el Parque de la "Cruz del Viajero". Cerca de ese parque, en realidad no era un parque, sino un monumento de madera y un "terral", ahora se levantan ahora modernos edificios. He subido al tranvía y me llamaba la atención el cobrador. Generalmente eras personas mayores con una cartera sencillera en la cintura.
De niño caminaba por el Jr. Vivanco, pero no pasaba por la "casa de las brujas", que era una casona ubicada en la esquina de Vivanco con Sucre. Mi hermana mayor me había dicho que en esa casa vieja vivían brujas y "penaban". 
Todos los días caminábamos hasta el Centro Escolar de Mujeres (Hoy Institución Educativa "Hermanos Busse"), donde ella se quedaba y yo seguía para estudiar "transición" en una escuelita fiscal del Jr. María Parado de Bellido, que ya no existe. Era el año de 1964. Más que estudiar, me gustaba ir por Anita, una compañerita de estudios de unos seis años de edad y también por mi profesora, una mujer esbelta, muy guapa, pero que me había "agarrado de punto" con las preguntas diarias de las clases. El resultado fue que esa guapa docente que me gustaba mucho me desaprobó de año por no saber las lecciones y por tantas ausencias que tenía, no porque no quería ir a "estudiar" porque ahí estaba Anita y ella misma, sino porque los problemas de mis padres, que luego se separaron, me impedían concurrir todos los días a ver a esa dulce niña de mirada tierna y triste, a quien nunca le hablé. 
Mi tío César nos llevaba al cine Florida y con mi padre, algunas veces, paseámos por el Jr. Vivanco y otras calles, pero en mis andanzas personales, mi lugar favorito era el parque que está frente al Museo de Arqueología y la Municipalidad de Pueblo Libre. A pocos metros estaban la antigua taberna "Queirolo", la comisaría frente a la iglesia y el cuartel, donde los "cachaquitos" paseaban los días domingos, alimentándose por el mercado. Cerca al cuartel había una panadería donde solía comprar "palitos" de pan que los comía mientras caminaba para llegar a casa y si tenía un sencillo más, me tomaba una Inca Kola, la bebida de sabor nacional. 
De Pueblo Libre recuerdo el museo, la municipalidad, el cuartel, el cine, el platanal, el tranvía, la farmacia, la taberna, las ratas, el colegio, el mercado, el callejón, la casa de las brujas y el parque, pero a quien más recuerdo es a la niña Anita, a quien nunca hablé, ni nunca me sonrió. (CSM)

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